SOFÍA LEVIN – Cantante, Música.

Nacida en Buenos Aires, en un universo melómano y multicultural, se sintió atraída por la música popular argentina desde temprana edad. Comenzó su aprendizaje con la famosa cantante argentina Virginia Correa Dupuy. Después de estudiar en el Conservatorio Nacional de Buenos Aires, cruzó el Atlántico para continuar su formación en el Conservatorio de Villeurbanne y luego en el Conservatorio de Gennevilliers. Profesora de canto, perfeccionó su técnica y pedagogía vocal con Richard Cross.  Desde hace más de una década se presenta asiduamente en conciertos en Europa y Latinoamérica, en agrupaciones inspiradas principalmente en el tango argentino, como Cuarteto Levín, Viento Sur, Chanson Porteña…

Sofía Levín interpreta el tango con su estilo personal combinando intensidad y feminidad, lejos de los estereotipos muchas veces ligados al género. De hecho, reivindica una visión del tango respetuosa de la tradición y sensible a las aportaciones de otros estilos musicales, especialmente el jazz. Su técnica vocal está al servicio de su sensibilidad poética, rindiendo homenaje a la maravillosa fusión entre letra y música, característica del “tango canción”. Su elección de repertorio se construye en torno a los autores que la inspiran, destacando la influencia cosmopolita del tango, íntimamente marcada por las sucesivas oleadas migratorias entre Sudamérica y Europa durante más de cien años.

JM: JAVIER MOREIRA

SL: SOFÍA LEVIN

JM: ¿En qué momento de tu vida la música se convirtió en el camino a seguir?

SL: La música siempre estuvo presente en mi vida desde muy pequeña. Desde chiquita tenía mucha energía y era muy histriónica, y esa energía expresiva se fue canalizando a partir de los 6 años a través de clases de piano y luego de danza clásica y contemporánea.

Vengo de una familia de profesores y académicos, en la cual la música está muy presente. Mi hermano es pianista (aunque ya no de profesión) y tengo un tío y un primo músicos también. Mi padre escuchaba música clásica y tango y mi madre folklore, música brasileña. Y mi padre a veces se cantaba algún tanguito los domingos luego del almuerzo.

Tengo una prima, mayor que yo, que es vestuarista en el Teatro Colón y les aconsejó a mis padres esperar que cumpla 16 para que yo empiece clases de canto. Así que esperé, pacientemente, o no tan pacientemente. Empecé con clases de canto popular y luego seguí con mi primera gran maestra, Virginia Correa Dupuy.

JM: ¿Cómo definirías tu relación con la música?

SL: La música es una gran compañera, un ancla a tierra, un prisma hacia la vida. Es un lenguaje universal que nos permite ahondar en aquellos rincones íntimos de nosotros mismos. La música es ese puente hacia el otro, un diálogo que se autoconstruye con el encuentro de varias individualidades.

Algo que siempre atesoro es lo fluctuante de la práctica musical. A veces uno está cantando con un grupo, en el escenario, compartiendo una experiencia grupal y siente ese vínculo, esa conexión que es muy poderosa.

Y en otros momentos, la música se manifiesta en momentos más íntimos, yo sola con mi piano y mi voz. La conexión con los otros sigue presente, pero se vuelve casi metafísica. De cualquier manera y en cualquier circunstancia, la música siempre está ahí.

JM: ¿Qué sentimientos o sensaciones te genera luego de cada show?

SL: Cada show es una experiencia distinta, única e irrepetible. Uno interactúa con distintos músicos, públicos diferentes, en una sala distinta, según las energías del día, de la época, de lo que estamos viviendo como sociedad. Casi siempre hay algún momento de conexión más álgido, un apretoncito en el corazón que hace que uno se conmueva en lo más íntimo de poder estar ahí compartiendo una puerta de entrada a su emocionalidad. Esa adrenalina de desnudez emocional es vulnerabilizante y al mismo tiempo muy estimulante. Al terminar el concierto suelo sentir una felicidad serena y mucha gratitud.

JM: ¿Cómo observas hoy tus primeros proyectos?

SL: Observo cada paso de mi carrera con mucho cariño. Paso proyecto, cada colaboración, cada encuentro colaboran para que uno se vaya construyendo, moldeando, conociendo. Desde el primer concierto que hice como solista en 2010 hasta hoy tuve muchas colaboraciones y proyectos distintos y a todos y cada uno les debo un gran aprendizaje.

JM: ¿Cuál es tu experiencia al trabajar en el exterior?

SL: Creo que en el caso de vivir en otro país y hacer principalmente música argentina, hay una dimensión de difusión, de proyección de nuestra cultura. En algunos casos, sobre todo cuando vivía en el interior del país, el público no conocía el tango ni su cultura o tenían estereotipos marcados. La experiencia en París es muy distinta, porque París es una de esas ciudades cosmopolitas del mundo que encierran en sí misma una parte de todas partes. París tiene también una parte de Buenos Aires en ese sentido. Tuvo y tiene, y me aventuro a decir que tendrá, un lugar muy importante en la historia del tango y su resplandor.

JM: ¿Cómo fue tu proceso de aprendizaje a lo largo de tu carrera?

SL: Por consejo de mis referentes familiares empecé con canto clásico. Estudié 7 años con Virginia Correa Dupuy, una de las solistas más importantes del Teatro Colón. En paralelo empecé mis estudios en el Conservatorio López Buchardo. Pero mi corazón estaba con la música popular. Sentí el deseo de viajar para explorar la posibilidad de hacer coexistir ambos universos estéticos.

Fue así como decidí irme a Francia, yo había ido a un colegio francés y daba clases de francés para pagarme mis estudios. Luego de pasar la audición, logré ingresar al Conservatorio Nacional de Villeurbanne donde cursé con Catherine Maerten en clásico y Sylvianne Fessieux en música popular. Si bien aprendí muchísimo con ambas y les estoy muy agradecida, debo admitir que sentí los mismos escollos estéticos. Los universos de la música popular y académica estaban separados por tabiques muy sólidos.

Después de cinco años en la ciudad de Lyon me mudé a París en 2015 donde descubrí un mundo mucho más amplio. Estudié con Cécile Bonardi en el Conservatorio de Gennevilliers y me formé en anatomía y pedagogía vocal en la École Richard Cross.

JM: ¿Cómo incluiste a las redes en tu carrera?

SL: Tuve mis reticencias con las redes al principio, pero poco a poco y mucho más últimamente, con la pandemia, me fui amigando. Tengo página oficial, Facebook, Instagram y cadena YouTube.

JM: ¿Cómo reciben al tango en el exterior como expresión artística?

SL: El tango goza de un halo de misterio. Se lo asocia con una música fuerte, que relata historias de vida universales, amores desgarradores y pasiones devoradoras. La gente tiene mucha curiosidad, quieren aprender a bailarlo y a cantarlo.

JM: ¿Qué tema musical sentís que te refleja?

SL: Esta es una pregunta difícil. Un tema que me acompañó muchos años fue Oblivion, con letra en francés de David McNeil (la música es de Astor Piazzolla). Otra canción que me acompaña desde hace tiempo es Corazón al sur de Eladia Blázquez. Estoy estudiando un arreglo en el piano que me tiene entusiasmada. Es una experiencia muy distinta cantarlo en Buenos Aires o en el exterior. Pero, de todas maneras, yo siento que siempre voy a tener el corazón mirando al sur.

 

Sofía Levín

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